SONETO AL NAVEGANTE
Navegante de Tirso y de Quevedo,
cansado por tu guante indivisible,
vas buscando la estela inmarcesible
dejando migas del romance quedo.
En la hora de repatriar el puedo,
solventas la extrañeza inaccesible.
Es tiempo de llover un imposible
en ventanas con luz, arder el miedo.
Voluptuoso Musset sombrío en drama,
"con el amor no se juega" a evitarle,
hijo del siglo XX, cuor´ en llama,
propinas las propinas de tu dama,
con encaje y puntillas para atarle
a la pata somier de tu proclama.
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