27 de octubre de 2007

EL TORO DE FALARIS -



Soren Kierkegaard.






EL TORO DE FALARIS.






Cuando, por fin te conocí,
(yo ya te amaba)...

el reloj de arena
denegó marcar el viento del desierto;
los dictadores
dejaron de importar
en nuestras vidas veladas
por malas películas;
las castañuelas sonaron
por primera vez
como era menester;
cien fuegos de artificio
dibujaron figuras en el cielo,
en rituales que gastan
cualquier pandereta
y cualquier abanico
de flamantes carnavales.
Oda imprescindible,
un señor con bastón
y sombrero,
tierno hijo de Satán,
indefectible,
aparecía entre roscas,
manipulaciones
y versos de luna llena.
El precinto de sus obstinados tiradores,
amantes del merengue y las Lolitas
por gitano a desgano,
roía la corbata y los calcetines.
Sobre todo,
era un esposo fugaz de peluqueras,
fornicador extravagante de albañiles,
codiciando becarias
como un lobo astuto
que desea las verdes uvas
de las bodegas costeras
y se toma el vino
de la boda
sin pagar el precio del vaso.
Envidiado por los hombres,
arrobado por sus dioses
que no existen,
fabulador veterano de
corsarios frustrados
como abogados perdidos
en selvas de Salgari.
Patrón de la malicia.
Colchonero de albricias.
Nosotros fuimos sus testigos,
¿A dónde de dirigen
sus medias caídas
demoradas por el tiempo?
Las adolescentes corrían a sus brazos,
y él que sí
que sí,
que se deja querer
dando súplicas
para impedir ser atrapado en su sueño
de varón y libre
y joven pero viejo
arcabuz noctámbulo,
escéptico de amores sempiternos.
Estudiante perpetuo
de enredaderas, casinos
y masonerías.
Peregrino y trovador.
Padre y madre de sus hijos,
viudo de sus exmujeres,
novio ausente,
fabricante de maniquíes,
maniqueo obvio
de payasos
con talón de Aquiles.
Aroma la ciudad su manzana
de las Luces.
Frescura marítima
de pescador de red.
Fragante Dolce Gabanna,
Huelen a tinta impenetrable
sus codos y rodillas.
Se acuestan con los mares
océanos y ríos,
sus costillas torcidas,
sus banderas redondas.
La pequeña espalda
luce fuerte como pocas,
¡Si Sansón es tan frágil a su lado!
Debajo de su lengua
un caramelo inmoto
taladra cada músculo virginal.
Y pierde el pelo,
pero no las mañas.
Encuentra duelos,
en corridas misteriosas
del toro de Falaris
en Las Rosas del poeta.
Nunca me ha confesado su amor,
su desconsuelo;
jamás un gesto,
siempre una coartada
de seductor
bifurca el sino de la gloria.
Las llaves de la puerta de su casa
quedaron atascadas
en los bares de la esquina,
en copas de cristal,
manchadas de humedad,
diacrónicas en la melancolía
del alcohol de quemar,
como hogueras perdidas.


Ciertamente estarás en el coro
cantando el hallelujah, hallelujah...

14 comentarios:

Luci dijo...

Kierkegaard afirmaba que el poeta es como esos «pobres infelices que eran quemados a fuego lento en el interior del toro de Falaris: sus gritos no llegaban a ser oídos por los dioses".
Unos días antes de su muerte escribió: “Es la muerte, rogad por mi para que venga pronto y sea buena. He sido un instrumento en las manos de la Providencia, que me ha puesto en el mundo para servirla. He vivido unos años y luego súbitamente, la Providencia ha alargado su mano para hacerme entrar en su arca. Un poco más y ciertamente estaré en el coro cantando el Aleluya, aleluya.”

Luci dijo...

“Un poco de tiempo y ya he vencido.

De golpe, la lucha ha desaparecido.

En salas de rosas podré descansar;

y eternamente con mi Jesús hablar”.

Søren Kierkegaard.
(epitafio)

MentesSueltas dijo...

Pasaba a saludar y dejar un abrazo.
MentesSueltas

Isabel chiara dijo...

Espero que todas tus meditaciones den fruto mañana. Pasaba para desearos suerte.

Un beso

Monica dijo...

Muy bueno Lucía, el poema sobre el meláncolico Soren, el eterno enamorado de Regina Olsen.
Lo conocí en " Ejercitación del cristianismo ".
El problema fue que lo leí de muy chica y no concordaba mucho con sus ideas y lo abandoné, retomé la lectura ya de grande, lamento el tiempo que perdí.
Besos

Victoire dijo...

lindo poema, realmente una buena eleccion... no muy seguido se leen cosas asi (aun me falta mucho que conocer)...
gracias por la visita,
nos leemos por ahi

Makiavelo dijo...

Fenomenal como siempre,
te tomo prestada "hallelujah", acá suelen decir: halleluja cada uno con la suya.
Que cada cual lo interprete como quiera.

Suerte mañana, esta noche cambian la hora en la península.

Anónimo dijo...

Para que vea usted que soy su peor buen enmigo he visitado todos sus blog y me ausento por el foro sin decir esta voca es mia.
www.antoniolarrosa.com Otra cosita: Si no le es grata mi presencia digamelo y no la importunare con ella.

Luci dijo...

ay no don antonio, quédese.

Amigos lectores, don antonio es según sus propias manifestaciones el peor escritorzucho del mundo, malo, malo, malo.

Los invito a ver su estado de decadencia y su falta de lucidez en su web.
/es broma, don antonio Lar Rosa es un amigo. Enemigos no tengo.


Ya voté dos veces esta mañana.
Una por Podeti (ver el blog de Mantantirulirulá y seleccionator) otra por la oportunidad de una segunda vuelta.

Que Dios nos ayude, pero advierto que la lista completa de De Nárvaez no estaban disponibles y no había fiscales por ninguna parte, lo cual pensándolo bien es mejor porque dudo que mucha gente lleve tijerita al cuarto oscuro.

Ojalá haya ballotage. Faltan pocas horas. Veremos qué sucede.

Vill Gates dijo...

"fabricante de maniquíes" y yo que entraba para olvidarme de los K.
Me arruinaste la tarde.
Ja Ja Ja.

Vill Gates dijo...

El cuarto fue más oscuro que en cualquier otra oportunidad que recuerde.
El silencio me gritó mil nombres.
Una boleta con marcas de rimmel intentó seducirme, pero soy inmune a las caricias plásticas.
No vi nada demasiado bueno ni demasiado verde, ni demasiado inspirador. Simplemente la foto en mi ajado D.N.I.
Y salí a la calle a reirme de mi propia ilusión.
Será la próxima vez.

Lol V.Stein dijo...

Lucía,

Me parece increíble que hoy mi madre y yo pensábamos en esas frases del epitafio de Kierkegard, y tú la tengas en tu rincón sagrado escritas..

eres sencillamente maravillosa

un abrazo

Luci dijo...

Mi estimada pelirroja.


Lo que describe el poema, no es a un crápula sino el final de un seductor indomable.
El toro de Falaris, instrumento de tortura para ajusticiar en la hoguera a los delincuentes. En el poema hay interpretaciones múltiples (trabajo que dejaré en tus manos) sobre qué significa la metáfora.

¿Has leído a Kierkegaard?

En su libro "Diario de un seductor" describe el comportamiento de estas personas, que sufren su narcisismo en soledad.

El poema funde al personaje con Sören Kierkegaard, como si fueran el mismo, y versa sobre el ocaso de estos psicópatas, cuyas víctimas generalmente acaban suicidándose por la tensión que les provoca el fuego que encendieron.

La senectud y la decadencia del protagonista quedan explícitas en la descripción que hace el primera persona la observadora neutral que lo ama a pesar de su pasado, al referirse al bastón y sombrero, al reloj de arena detenido, las llaves atascadas en el bar. Un verbo la sugiere: "las adolescentes corrían"... ya no corren detrás del hijo de Satán.
Fin del cuento:
S.K., se convirtió al cristianismo y fue un defensor a ultranza del matrimonio y la religión. Una rara contradicción porque para el seductor ni Dios ni los dioses existen. Solo ve su propio ego en el espejo. Pero, como sabemos Dios está más allá de las mezquindades terrenales y del tiempo y perdona. En un avance generoso la Iglesia explicó que no existe el limbo.
Nosotros prometemos que el infierno está en la tierra, y que lo único que hay tras la muerte es el cielo y su hallelujah y allí cantaremos todos juntos otra historia, otra vida.


Lu

Luci dijo...

EL TORO DE FALARIS -



A Soren Kierkegaard.









Cuando, por fin te conocí,
(yo ya te amaba)...

el reloj de arena
denegó marcar el viento del desierto;
los dictadores
dejaron de importar
en nuestras vidas veladas
por malas películas;
las castañuelas sonaron
por primera vez
como era menester;
cien fuegos de artificio
dibujaron figuras en el cielo,
en rituales que gastan
cualquier pandereta,
cualquier abanico
en flamantes carnavales.

Oda imprescindible,
un señor con bastón
y sombrero,
tierno hijo de Satán,
indefectible,
aparecía entre roscas,
manipulaciones
y versos de luna llena.
El precinto de sus obstinados tiradores,
amantes del merengue y las Lolitas
por gitano a desgano,
roía la corbata y los calcetines.

Sobre todo,
era un esposo fugaz de peluqueras,
fornicador extravagante de albañiles,
codiciando becarias
como un lobo astuto
que desea las verdes uvas
de las bodegas costeras
y se toma el vino
de la boda
sin pagar el precio del vaso.

Envidiado por los hombres,
arrobado por sus dioses
que no existen,
fabulador veterano de
corsarios frustrados
como abogados perdidos
en selvas de Salgari.
Patrón de la malicia.
Colchonero de Alicias
in Wonderland,
apacienta el ruido.

Nosotros fuimos sus testigos
alelados, asombrados.
¿A dónde de dirigen
sus medias caídas
demoradas por el tiempo?

Las adolescentes corrían a sus brazos,
y él que sí
que sí,
que se deja querer
dando súplicas
para impedir ser atrapado en su sueño
de varón y libre
y joven pero viejo
arcabuz noctámbulo,
escéptico de amores sempiternos.

Estudiante perpetuo
de enredaderas, casinos
y masonerías.
Peregrino y trovador.
Padre y madre de sus hijos,
viudo de sus ex mujeres,
novio ausente,
fabricante de maniquíes,
maniqueo obvio
de payasos
con talón de Aquiles.
Aroma la ciudad su manzana
de las Luces.
Frescura marítima
de pescador de red.
Fragante Dolce Gabanna,
Huelen a tinta indeleble
sus codos y rodillas.

Se acuestan con los mares
océanos y ríos,
sus costillas torcidas,
sus banderas redondas.
La pequeña espalda
luce fuerte como pocas.

¡Si Bruce Uilis, es frágil a su lado!
Debajo de su lengua
un caramelo inmoto
taladra cada músculo virginal.
Y pierde el pelo,
pero no las mañas.
Encuentra duelos,
en corridas misteriosas
del toro de Falaris en Las Rosas
del poeta.

Nunca me ha confesado su amor,
su desconsuelo;
jamás un gesto,
siempre una coartada
de seductor
bifurca el sino de la gloria.
Las llaves de la puerta de su casa
quedaron atascadas
en los bares de la esquina,
en copas de cristal,
manchadas de humedad,
diacrónicas en la melancolía
del alcohol de quemar
hogueras perdidas.


Ciertamente estarás en el coro
cantando el hallelujah, hallelujah...


















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