
Safo.

Joaquín Sabina. Concierto: Dos pájaros a tiros.
TRES SONETOS.
I-
Con rimas de colegio secundario
se hilvanan verso a verso los sonetos,
palabras extasiadas en cuartetos,
lirismo que se gana en el sudario.
¿Poetas? ¿Qué poetas? Operarios.
Nicanor lo advertía en manifiesto.
Las boinas de paisanos son el resto
que queda del amor por los santuarios.
No te creas, pastor, equivocado,
si te place rezar el catecismo
con métrica de un dios desesperado.
La vida sin embargo es pragmatismo;
lentejas en el guiso de estofado;
imágenes del miedo y del abismo.
II-
Joaquín Sabina abraza su guitarra
con gesto de campeón de tropezones,
con sus estrofas pinta corazones
de tinta ensangrentada en cimitarra.
Mientras modula, su alma de cigarra
se encapricha con peces querendones
y lanza con su red las ilusiones
de alcanzar uvas verdes de la parra.
Pasado imperfecto, enemigo ideal,
bedel de los ojos del gondolero:
Venecia sin ti me da por llorar.
Profeta del cuento sin boda real,
bandoneón nocturno en tango fullero
que ama con pasión de nunca acabar.
III
¿Y que puedo decirte que no sepas?
¿qué hartura robaré a las caracolas
si el ruido de la mar frente a tus olas
es fatuo y es fugaz si por mi trepas?
Me enciendes con tus labios cuando increpas
al destino canalla, con tus rolas.
El diablo perderá a mujeres solas
que prueban de tu cáliz tantas cepas.
Aguijón perezoso de beldades
que te guiñan un ojo en sintonía.
Camino al Luna Park de las ciudades.
Falta a tu repertorio una poesía
que te ceda un viandante entre verdades
envueltas en papel de cofradía.

El viandante es Juanito, of course.